Tercera edición.
Noviembre 2024

Don Arturo Vega: La voz de la experiencia

Tenía 15 días de nacido cuando llegó a Tauramena y a sus 95 años recuerda con nostalgia la historia de su vida. Desde niño trabajó en el campo, nunca se estaba quieto: sembraba, arreaba, cuidaba animales y los sacrificaba para la venta; esa fue la pasión de su vida y de allí obtuvo generosos ingresos para vivir, pero no se apegó a las cosas materiales.
Manuel Antonio Martinez Sogamoso

COMUNICACIÓN

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Laura Camila Molina Roa

Julio 2024

Se considera un hombre muy servicial, nunca tuvo problemas con nadie, siempre estuvo dispuesto a ayudarle a la comunidad y por esta razón fue concejal durante dos periodos. No por elección propia, dice con una gran sonrisa en su rostro, pues la gente lo buscaba para que él se lanzara al concejo.

Al contarnos su historia no pudo evitar hablarnos de su esposa, “su viejita”, quien falleció hace más de 7 años, pero que aún llora al recordarla. Se refiere a ella como una mujer que nunca paró de trabajar; una excelente madre y a la que le debe la prosperidad en las labores del campo.

La recuerda con nostalgia, cuenta que les gustaba bailar en las parrandas hasta que amaneciera, tomaban guarapo, chicha y aguardiente; hacían el baile de la vaca, el bamboleo y el joropo. Al amanecer terminaba la fiesta y ellos se iban a caballo por la sabana; tuvieron una vida tranquila y feliz. Cuando ella falleció dice que perdió la voluntad de todo y con ella se fue la mitad de su vida. Luego de eso se fue a vivir con uno de sus hijos.

Su día empieza a las 5:00 a.m. y termina a las 8:00 p.m., ya no puede trabajar, pero para matar el tiempo y conseguir ingresos aprendió a hacer canastas y sombreros con hojas de revistas. Se considera un artesano empírico, hace un excelente trabajo y lo vende a un bajo precio, con tristeza dice que nadie le compra, pero lo hace porque le gusta.

Le preguntamos si quisiera devolver el tiempo y dice que sí, solamente para caminar como lo hacía antes; también para tener su propio carro, aun los ve por la calle y le pide a Dios que le conceda ese regalo, aunque cree que ya no podría conducirlo.

En su sabiduría y experiencia le pedimos un consejo para tener todos esos años que él ha vivido y así nos respondió:

“La juventud de ahora se enferma por estar pensando en el futuro, en las cosas que podrían pasar y nunca pasan; están pegados siempre al celular. Yo a mis 95 años no pienso en la muerte ni me preocupo por nada, ¿para qué uno afanarse por las cosas? Para uno vivir bien lo que tiene que hacer es estar tranquilo, no afanarse por nada, no tener rencor con nadie, estar agradecido por lo poco o lo mucho que uno tenga y nunca quitarle nada a nadie, lo que uno se roba le sirve un día, pero le trae ruina toda la vida”.

Estas son las palabras que nos regala un hombre noble y trabajador, una leyenda: El sombrerero de Tauramena

¡Gracias, don Arturo!

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